El rol primordial es mantener la capacidad de funcionamiento de la persona mayor lo más independiente posible, mejorando su calidad de vida, generando un envejecimiento activo.
Se sugiere que se mantenga un control, al menos anual, con su médico de cabecera (médico familiar, medicina interna, etc.),
permitiendo la detección precoz de enfermedades que afectan la memoria (capacidad cognitiva), pérdidas de funcionalidad, aspectos nutricionales, ánimo, entre otros.
Según dichas evaluaciones se sugiere derivar a la especialidad de geriatría.